miércoles, 16 de julio de 2014

EL BIENIO NEGRO DE LA REPUBLICA (3): LA CORPORACION MONARQUICA



Fracasada la revolución de octubre de 1934, el gobernador destituyó al socialista Guillermo Curiel como jefe de la Guardia Municipal y le sustituyó por el sargento jubilado de la Guardia Civil Sisebuto Santidrián Santidrían.
Después de casi dos meses sin autoridades municipales, el delegado del gobernador convocó para el 18 de octubre a los seis concejales monárquicos, que no habían dimitido ni habían sido condenados por el conflicto entre los ayuntamientos vascos y el gobierno de centro-derecha. Entre ellos eligieron alcalde al antirrepublicano Enrique Retuerto Rizo, el 2 de noviembre. Como se ve, en esta época de la República “democrática” la corporación municipal no la decidía la votación popular sino el gobernador.
El ayuntamiento readmitió a los empleados municipales expulsados por la corporación republicano-socialista y expulsó a los que ésta había admitido. Un cambio de cromos político. Prohibió los actos organizados por los partidos de izquierdas y permitió los celebrados en el recién estrenado Batzoki en 1935 y en el Centro Católico.
Se inauguró la nueva escuela de Abácholo, a la que se le puso el nombre de “Antonio Trueba”. Al comienzo sólo tenía dos plantas y hace unos años se le añadió la tercera. Dispuso de un comedor para atender a los alumnos usuarios de la Cantina escolar.
Esta corporación republicano-monárquica permaneció hasta las elecciones a Cortes ordinarias del 16 de febrero de 1936: quince meses.
Como uno de lo eslogan de los partidos era la negativa a los desahucios, lo explico. La Ley de Arrendamientos urbanos permitía el desahucio de los inquilinos que no pagaban los alquileres en el plazo establecido. La Asociación de inquilinos de Portugalete se dirigió al ministro de Justicia en 1933 para que retrasase la aplicación de la sentencia contra doce familias numerosas. El ministro respondió que obraría con justicia. La justicia consistió en vaciar la vivienda que habitaba Ricardo Díaz. Los desahuciados no tenían más solución que refugiarse en las instalaciones abandonadas e insalubres del Fuerte San Roque. Pero el ayuntamiento lo prohibió.


¡VIVA LA REPÚBLICA! PERO ¿QUÉ REPÚBLICA?


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