lunes, 18 de enero de 2016

LA ESCULTURA DE SALAZAR EN LA BASE DEL RETABLO DE SANTA MARÍA



A los portugalujos nos es de sobra conocida esa escultura que recogemos sobre estas líneas de un Salazar arrodillado con un escudero a su espalda, que se encuentra en la base del retablo mayor de Santa María.
Como estamos revisando lo publicado sobre Portugalete por Goio Bañales en su blog, http://somo.blogcindario.com, que estuvo en activo desde enero de 2008 hasta abril de 2012 (y que hacemos votos por que vuelva a estar en activo) nos hemos encontrado con noticias sobre el tema y lo traemos aquí.
Dice nuestro amigo Goio, que se trata de Lope García de Salazar y Mena (1462-1536 aprox.) que no consiguió dejar en la Villa la impronta que otros personajes de su mismo tronco familiar; además, quedó totalmente oscurecido por la sombra de su bisabuelo del mismo nombre, el famoso cronista de Muñatones. Era hijo de Ochoa de Salazar, el legítimo heredero de las casas de Salazar y Muñatones las cuales le fueron arrebatadas por su tío Juan "el moro" de Salazar. Su madre fue María Díaz de Mena, bilbaina.
El preboste por antonomasia no fue él, sino su padre, Ochoa de Salazar, a quien ni siquiera era necesario citar por su nombre, bastaba decir "el preboste" para que todo el mundo supiese que, de quien se trataba, era de aquel Ochoa. Sin embargo, también este Lope García de Salazar llevó añadido a su nombre, como una muletilla, el título de preboste, en su caso para diferenciarlo del cronista muñatoniego.

Según nos dice la escultura, a pesar de su traza en apariencia algo ordinaria, se trata de una meritoria obra de arte, en la que el escultor, cuyo nombre desconocemos, supo captar espléndidamente la expresión de un hombre ya entrado en años, quien, aún hallándose postrado y en actitud de rezar, y hasta algo encorvado por la edad, transmite, con un mínimo de elementos, una manifiesta sensación de autoridad y de poder, que queda claramente reflejada en el rostro enérgico, en las ropas militares y en la vara de mando que porta su escudero. Ninguno de los dos personajes, ni el caballero ni su escudero, se humillan ante la cruz bajando la cabeza o los ojos.
En la escultura ambos personajes son "reales", es decir, fueron captados y representados tal y como eran, lo que se manifiesta en detalles como las "entradas" en el pelo del preboste, los mofletes algo hinchados del paje... El escudero no es un personaje secundario, pues de ser así, se hubiese labrado en mucho menor tamaño. Esto hace pensar que posiblemente se tratase de uno de los sobrinos o criados del preboste.
Sin duda, el enorme tamaño del yelmo, evidentemente desproporcionado, altera el equilibrio escultórico, al atraer hacia él la mirada del espectador, desviándola del crucifijo.

Nosotros hemos recogido junto a la escena los dibujos que realizó Goio tomando como modelo la foto, tanto del preboste como del escudero, aunque en el relieve de este no resulta fácil distinguir si lleva medias o calzones ajustados.

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