lunes, 18 de abril de 2016

LA MÚSICA Y FLORA DE NUESTRA BASÍLICA



Hoy traemos dos noticias de nuestra Basílica de Santa María. La primera se refiere a que sus viejas piedras son una fuente de vida sin igual, como se puede apreciar en una buena cantidad de fotos que nos mandan y la segunda nos habla de una actividad cultural elegante y bonita, poco cultivada en la zona y que también se desarrolla en el marco de las viejas piedras del templo, con su retablo de referencia, como es la música antigua. Empezamos con la primera.
En el exterior de las viejas piedras, como nos dice Javier Lopez Isla, crecen enraizando en imposibles grietas, innumerables especies vegetales que las aportan una estimable nota de color. Hasta aquí todo muy bello y colmado de romanticismo,… pero esa invasión vegetal no puede sino traer la ruina a sus vetustos sillares y pensamos que sería conveniente concienciarnos del problema para ponerle solución antes de que los males sean de un cariz más irreversible y costoso.
Es de suponer que el asentamiento vegetal en canalones estará procediendo al cegado de los mismos y sería conveniente, con cierta periodicidad, recurrir a su limpieza. Estamos seguros que colonizaciones de esta naturaleza no pueden suponer sino un riesgo para las sufridas piedras de la torre y las naves, ya suficientemente baqueteadas por las guerras y los elementos.
La segunda noticia nos habla del brillo de la música del barroco que va a iluminar el interior del templo el próximo fin de semana.
Nos tenemos que remontar al comienzo del siglo XVII, el Renacimiento se acaba, los gustos de los tiempos han cambiado y todo se inclina hacia lo espectacular, donde las puestas en escena, la exaltación espacial es un elemento claramente comprobable en la arquitectura y la pintura, cobran una importancia fundamental. Tres siglos antes de que las potencias europeas acordaran la libre circulación de trabajadores, los músicos barrocos recorrían el viejo continente mostrando su arte y recibiendo todo tipo de influencias. Los antecedentes del concepto de Europa, por tanto, hay que buscarlos en Bach, Vivaldi, Haendel, Rameau, Telemann, Scarlatti...
En este tiempo de mestizaje como es el barroco, los músicos no entendían de fronteras. El creador del oratorio inglés, Haendel, había nacido en Alemania; el compositor de más éxito en la corte de Madrid, Boccherini, lo hizo en Italia; Rameau aprovechó su visita a Italia para adaptar el modo de composición italiano a sus obras. La armonía de las naciones se basó en una música liberada de ataduras, creada por compositores cosmopolitas y popularizada por intérpretes que el público podía amar. El barroco entronca así con la modernidad. De todas esas influencias mutuas saldrán también nuevos géneros: la sonata, la cantata, la tocata, el oratorio, el ‘concerto grosso’ (con varios instrumentos destacados que dialogan entre ellos) y el concierto para solista.
Con todos ellos nos deleitarán la Orquesta de Cámara Aura Boreal dirigida por Daniel Garay, y nuestra laureada Banda Municipal de Música, dirigida por Jabier Ituarte Aulestia, quien nos presenta a cuatro compositores europeos: un alemán, un inglés, un francés y un italiano, como son Bach, Tartini, Rameau, y Haendel, todos ellos bajo el signo del estilo barroco, aunque difícilmente podrían hallarse compositores más opuestos en cuanto a proceder y aspiraciones.

Y ya que estamos con el barroco y nuestra basílica, recordaremos que en la Biblioteca Digital Portugaluja hemos recogido la tesis doctoral de Miren Aintzane Eguiluz, La transformación artístico-festiva en las grandes villas vizcaínas (1610-1789), una parte de la cual fue editada bajo el título Con toda fiesta y regocijo, que ya anunciamos desde este blog. (Pinchar para ver)



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