domingo, 19 de noviembre de 2017

CAPITANES PORTUGALUJOS DE LA MARINA MERCANTE: EDUARDO URAIN BERISTAIN (1883-1927) DESAPARECIDO EN UNA DE LAS MAYORES TRAGEDIAS DEL CANTABRICO



Últimamente hemos traído a este blog y lo recogemos en el próximo número de Cuadernos Portugalujos, aventuras de nuestra gente de mar, como fueron las de Quintín de Uralde o Rafael García-Borreguero, o los desaparecidos en la tragedia del San Patrick. Hoy siguiendo la pista que nos ha dado Goio Bañales, traemos otra tragedia en la que el capitán era el portugalujo Eduardo Urain Beristain.
Tenía 43 años cuando su nombre saltó a las primeras páginas de la prensa con motivo de la mayor tragedia que recuerdan en la costa asturiana como fue el hundimiento del vapor Retuerto.
Tras sus estudios de náutica, como otros jóvenes portugalujos de su época empezó en la Compañía Vasco-Andaluza, de la Naviera Ybarra, con la que navegó durante 25 años recorriendo fundamentalmente la costa cantábrica de la que era un experto conocedor.
Se casó en Gijón con Filomena Vega, de una conocida familia local, y que navegaría con frecuencia con él.
Tras fundarse la Naviera Urreiztieta, en 1923, que adquiría el buque RETUERTO para dedicarlo al trasporte de cabotaje nacional, él pasó a hacerse cargo de este vapor construido en astilleros británicos en 1877 de más de 75 metros de eslora y más de dos mil toneladas de peso muerto.
Su ruta fundamental por la península eran los puertos del Sur, sobre todo Huelva, y por el Cantábrico, los puertos de Bilbao, Gijón, La Coruña o Vigo, estaban entre sus recaladas frecuentes.
El 24 de enero de 1927 tras haber salido de Santander con destino al puerto de San Esteban de Pravia donde le esperaba un cargamento de carbón destinado a Bilbao, ante un enorme temporal tuvo que refugiarse en arribada forzosa en el puerto de Avilés. Su tripulación la componían 20 personas, con marinería generalmente gallegos o asturianos, y el baracaldés Luis Trigueros de primer oficial de 24 años, y el santurtziarra Manuel Algorri, primer maquinista de 50 años.
Ante la impaciencia del consignatario, Eduardo Urain, recibió con escepticismo la orden de intentar entrar de nuevo al citado puerto el peor de todos los días del temporal, pero la acató.
La tragedia que acabó con el buque partido en dos contra las rocas, a apenas 40 metros de la costa, y que se hundió rápidamente, la recogió con todo detalle la prensa de la época ante la expectación del vecindario del puerto asturiano y los esfuerzos vanos de los miembros de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos y varios prácticos de Avilés.
Finalmente, el triste balance era de 17 tripulantes desaparecidos o fallecidos.









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